
Hace unas décadas se consideraba que la sociedad, presionada por el avance cultural, exigía cada día más educación. Hoy, presionada por “la exigencia”, se olvida de ella. Y la sociedad requiere de una “exigente preparación” que permita en cada particularidad, el empleo de instrumentos eficaces en concordancia con la realidad.
Se espera que la educación de las escuelas prepare, oriente y estimule el desarrollo de aptitudes, hábitos y normas de conducta con métodos que favorezcan la observación inteligente para una integración satisfactoria en el mundo.
Cada acto educativo es una búsqueda de respuestas significativas, comprometidas y actualizadas, que se dirige a la obtención de resultados a largo plazo aprovechando la capacidad de asombro - capacidad que no debiéramos perder jamás, porque es motor para el análisis de los hechos –
Sólo si la educación brinda las estrategias necesarias, podrá ser nexo entre la situación real y la deseable a futuro, en una concepción del hombre como persona que deberá adaptarse a los continuos cambios del presente para prever el futuro y que conciba al ser humano con “intencionalidad para decidir su conducta”.
Este enfoque favorece el desarrollo de una educación permanente, es decir la educación a lo largo de toda la vida, para ampliar la visión de una realidad compleja e incierta, en una sociedad desprovista de formadores suficientes que aseguren un buen proceso de acomodación al medio (nacemos y vivimos en un medio sociocultural que no siempre es propicio).
Educación con anticipación y como estrategia de prevención, es también un acto promotor de salud si entendemos, como B. Spinozza, que la salud es, en último término, la manifestación de vivir bien. Si bien el mundo es como es, podría ser mejor si desde contextos específicos logramos la intervención adecuada. Entendemos entonces que se traslada a todo agente cultural de cada comunidad.
En extrema síntesis el aprendizaje hoy, es la posibilidad de resolver problemas más allá de los derivados de los contenidos curriculares; es fundamentalmente el aprendizaje de la resolución de las distintas situaciones que la vida nos presenta.
Educar de alguna manera es un arte y Miguel Ángel decía que había dos tipos de arte: uno es el de agregar, el otro el de quitar. En el primero se inscribe la pintura, porque es un lienzo blanco al que se le pueden agregar formas y color. El arte de quitar es la escultura porque se toma el bloque de mármol y se saca el material que sobra para descubrir la obra de arte que hay dentro de la piedra. Cuando preguntaron a Miguel Ángel cómo creaba una escultura, respondió que la estatua ya existía dentro del mármol.
Pero éste es un ejercicio que deberá ponerse en práctica para que el cambio sea cultural y puedan replantearse las relaciones sociales. Llegamos así a la necesidad del cambio en los sistemas educativos para que sus objetivos se centren en la anticipación y permitan que en cada persona germine la propia estrategia de prevención.
Mara Martinoli
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