
El desarrollo moral es producto de la adquisición e internalización de normas y valores transmitidos por las personas que rodean al niño, el aprendizaje de la conducta socialmente aceptable. La conducta moral se aprende como cualquier otra conducta: a través de la experimentación de las consecuencias, por sanciones externas y una medida interna y simbólica, que llevan al niño a lograr progresivamente su control.
Si las condiciones de aprendizaje se mantuvieran a lo largo del desarrollo, encontraremos en l@s niñ@s efectos estables. Pero los grupos sectarios mantienen condiciones desfavorables: saturan al niño en desarrollo para que la observación distorsionada resulte constante. En estos grupos nunca se razona con los niños, no se explica por qué la conducta impuesta es la apropiada, por qué es aceptable o no.
Normalmente, en todo desarrollo, podemos observar cuatro tipos de transgresión: reacción orientada al castigo, confesión, reparación y auto-crítica. Las dos primeras se producen ante la autoridad externa; las últimas, son personales ¿Cuál es la diferencia dentro de un grupo sectario? Instalando la “resistencia a la tentación” de salirse de todo cuanto el grupo implica, evitan las transgresiones: los efectos de sensibilización, inducción, castigo y represión bloquearán las reacciones de trasgresión.
Sabemos que en este proceso los padres inciden directamente a través de lo que enseñan ¿Qué sentirá el niño cuando el papel de los padres compite con las influencias que proceden de otros adultos, que se apoderan del derecho para reemplazarlos? En la mayoría de los casos se ven sometidos a estas condiciones por la dependencia de alguno de sus progenitores, o de ambos; el ingreso de uno de ellos a un grupo sectario, siempre alterará los efectos. Por otro lado observamos padres que usufructúan del poder sectario y padres atormentados por el abuso de este sub mundo. Intentemos imaginar la situación de l@s niñ@s dentro de grupos que vacían, reemplazan y contraponen conciencia y racionalidad para desplazar la humanidad.
¿Qué ocurrirá cuando no pueda llegar finalmente a la propia auto-evaluación, reguladora de moral, que impulsa a realizar conductas pro-sociales y a aceptar el cumplimiento de verdaderos valores morales? La capacidad de interpretar la información y representar la experiencia en forma simbólica, la anticipación de las consecuencias de los sucesos y las expectativas que se adquieran, son expropiadas por el papel que asume la explicación del “comportamiento moral” exclusivo del grupo. Sin sanción ni control anticipatorio, directa o indirectamente se influye en mayor o menor medida en la instauración de una conducta moral dependiente del razonamiento grupal sectario. El “aprendizaje observacional” es un instrumento efectivo para establecer conductas normativas, permite aprender cuando y donde deben realizarse determinados actos, qué conductas son aceptadas y cuáles prohibidas. ¿Cómo podría experimentar las consecuencias de sus causas? L@s niñ@s sólo experimentarán las consecuencias previsibles, la “moral” que permitirá la futura consecución del accionar sectario. Si bien la efectividad depende de las características del observador, la ausencia de respuestas oscurece la situación.
Otras conductas se realizan por la influencia de sanciones sociales que, generalmente ausentes hacia los grupos sectarios, debiéramos impulsar “desde fuera” para dar voz a la manipulación, a la experimentación y “trata de pequeñas personas”, al maltrato de la infancia, abandonada por sistemas permisivos del accionar sectario.
Sabemos que, naturalmente en estas etapas del desarrollo, l@s niñ@s son dependientes y por lo tanto responden más a las influencias del modelo. Podríamos tal vez esperar, ante tanto desplazamiento, que el desarrollo moral de l@s niñ@s se logre como producto de un “aprendizaje vicario” de conductas sociales.
Quienes regulan, quienes debieran atender estas situaciones legalmente, permiten depositar a las víctimas en manos de los victimarios; cómplices de la ineficiencia ante el desamparo, callan la crueldad a través de decisiones consideradas acertadas para defender el Interés Superior de tantas voces inmersas en el silencio del dolor, la desesperanza y el olvido de su integridad, una violencia más hacia el más débil. Sumisos y pasivos ante tanta deuda social, se desarrollan bajo reglas amparadas por Leyes tan exclusivas, que no podrán asegurar una socialización satisfactoria, niñ@s que cargarán un handicap social del cual nuestro sistema es el mayor responsable. Absorbidos y perdidos éste observarán trámites sin respuestas satisfactorias que instauran y consolidan la violencia de la desatención, como implícita a su condición. Si el Estado no lo contempla ¿Quién se hará cargo? Interés Superior significa que los intereses más favorables para l@s niñ@s son más importantes que los de los adultos, es oportuno recordarlo.
Esta infancia pasa así a engrosar una “identidad perdida”, posible de reconstruirse sólo en una red de relaciones que ayuden a las personas a “crecer” en seguridad recuperando primero, las relaciones internas de su ámbito privilegiado en la readquisición de una auténtica vida de relación desde la familia, identidad propia y necesaria.
En estas cuestiones no hay grises, es blanco o negro. El primero, representa la pureza, la libertad y los derechos; el segundo, la situación abrumadora a la que innumerables nin@s se ven sometidos, un daño irreparable custodiado por derechos de los adultos que, generalmente incluidos en densas decisiones judiciales, pisotean en complicidad las necesidades de los más puros, el futuro, nuestro mañana. Violencias y daños irreparables que ell@s no pueden denunciar y que los adultos responsables de canalizarlos, no se esmeran por intentar un acceso directo.
Info-RIES nº 152 - Boletín electrónico de información sobre el fenómeno de las sectas y la nueva religiosidad, Noviembre - 2009
No hay comentarios.:
Publicar un comentario