Lejos de la añoranza de estadíos de la infancia, la relación entre autoridad y libertad es similar a la espiral del aprendizaje, porque se relacionan dialécticamente: soy libre porque obedezco y obedezco porque soy libre. No puede concebirse una sin la otra, son interdependientes; punto de partida de todo desarrollo individual y colectivo y fundamento imprescindible de la sociedad, porque la obediencia por obediencia misma carece de sentido y disgrega el fundamento humano. Sin autoridad y obediencia no existiría ningún orden personal y como consecuencia ningún orden social. Toda vida humana se rige por esta relación.
Obediencia no es sumisión, no es hacer sin reflexionar cuanto otros me indican si se confiere la libertad que se pierde; las elecciones personales no implican ser impuestas como elecciones personales de otros. Tampoco es la anulación de la libertad que se observa en la estructura de la dependencia: un sujeto grupo dependiente no “obedece”, padece.
Si nos enfocamos en el mundo de las adicciones, se fija la obediencia hacia cuanto no debiera obedecerse por la compulsión de la adicción; cuanto resulte tóxico (sustancia o grupo) desplaza a la obediencia y ocupa su lugar la dependencia. Una supuesta obediencia puede representar la justificación de la ausencia de libertad, una adaptada interpretación de algunos líderes sectarios de la estrecha relación entre obediencia y libertad y/o la evasión de la dependencia. Recordemos que no es autoridad quien se impone; tampoco es más fuerte quien ejerce autoridad, ni es más débil quien pierde su libertad.
En muchas oportunidades los papás suelen expresar: “hace todo lo que allí le dicen”. De alguna manera intentan expresar que obedece a cuanto le indican; o “a nosotros no nos hace caso”, es decir que ya no tienen autoridad sobre sus hijos. Pero desde el ángulo de la dependencia, el sujeto grupo dependiente pierde el acto orientado, la acción desde la libertad, el sentido de la obediencia.
En cada uno de nosotros se encuentra todo aquello que la sociedad necesita, porque todo sujeto es producto y productor de la situación social por los actos que libremente realiza (aunque en algunas etapas del desarrollo pareciera que “desobedeciendo” se logra independencia y en ocasiones esa desobediencia puede llevar a todo tipo de dependencia).
Libertad es una posibilidad de acción pensante inherente al ser humano.
Toda educación es aprendizaje de libertad, es adquisición de capacidades que encaminan hacia la autonomía de la individualidad, única, insustituible e irrepetible. Realizar libremente la existencia permitirá la relación constante con la realidad, la relación existencial con los otros, una relación que se decide.
Por ello formar para la obediencia es formar para la libertad; y “la libertad se ejerce entre iguales” – Aristóteles-
“Y él, describiendo al verdadero obediente con la imagen de un cadáver, respondió: "Toma un cadáver y colócalo donde quieras. Verás que, movido, no resiste; puesto en un lugar, no murmura; removido, no protesta. Y, si se le hace estar en una cátedra, no mira arriba, sino abajo; si se le viste de púrpura, dobla la palidez…
…Otra vez, hablando sobre el particular, dijo que las obediencias que se conceden por pedidas, son propiamente licencias; llamó, en cambio, santas obediencias a las que se imponen sin haberlas pedido. Afirmaba que ambas son buenas, pero más segura la segunda”. (San Francisco de Asís)
Mara Martinoli
Referencia: Armando J, Bravo – Spirituality – 1993
Ver: El poder de la libertad
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